Buscar este blog

sábado, 20 de octubre de 2012

Mazzy Star: Una dulce batalla de los sexos.

Mazzy Star:
David Roback y Hope Sandoval.
Tarde de sábado invernal, de nubes copiosas y grises. Una lluvia sin ganas de empezar, demorando su caída inevitable. Vientos que golpean las ramas de los árboles afuera en la calle y despojan a las ramas de sus últimas hojas, las sobrevivientes del otoño que acaba de terminar. Mazzy Star tiene mucho de eso, de esa calidez interior que surge de la frialdad del ambiente, de esa búsqueda de un refugio confortable entre mantas cobijadoras.
La sensualidad en la voz de Hope Sandoval surge de una extraña combinación entre apatía y una fragilidad que apenas se asoma, que se muestra lo suficiente para dejarnos con las ganas de querer descubrir ese misterio. Como toda buena encantadora, Sandoval no usa todas sus armas de una sola vez, sino que las despliega lentamente, seductoramente, fundiéndose con las guitarras de forma pausada y elegante.
Y no es raro que ambos elementos (voz y guitarra) se unan de esa forma, porque, a diferencia de lo que se piensa Mazzy Star no es una artista solista acompañada de una banda, sino que es un dúo, un dúo de ambos sexos con vocación de artista mujer: una guitarra masculina intentando rescatar el misterio de la sensibilidad femenina, buscando transformarse en la otredad que es para el hombre la mujer, apoyándose en la voz de esta musa que la inspira y la incita a seguirla, a encontrar el misterio y desenterrar el secreto. Sin embargo, la guitarra no puede dejar de ser lo que es y, a ratos, se muestra delicadamente viril, un riff sutil por acá, una experimentación psicodélica un poco más adelante, un bluesesito más allá, necesito expresarme, dice, no podemos jugar siempre sólo a tu juego.
Es probablemente en esta oposición cariñosa, amante, de la que surge la particularidad de este dúo. Es una adorable batalla de los sexos donde el hombre se deja vencer conscientemente por la mujer, para conocerla y acercarse a sus profundidades. Una batalla que se despliega amorosamente, sutilmente y que termina con ambos oponentes fundidos en un cálido viaje de ensoñación, al que nos invitan y resulta tremendamente cautivador.
Es sábado, una tarde de sábado, y las nubes están grises y flojas… yo también. Creo que me acomodaré en mi sillón, me pondré mis audífonos y me dejaré llevar por el beso suave y el abrazo acogedor que es la música de Mazzy Star.